Eduardo Bonvallet: "Me sentí frustrado, me hundí y esa noche me fui a negro"

martes, 4 de noviembre de 2008 |

Llorando y tratando de sacar fuerzas luego de cuatro días internado, el comentarista cuenta por primera vez qué pasó, dónde y con quién estuvo la noche del lunes 27, cuando se perdió y sólo apareció la tarde siguiente.

Llora. Y Eduardo Bonvallet flaco, ojeroso, con una mano que tiembla y sujeta un Marlboro, dice que esa noche en que desapareció estaba en el bar Liguria, "y me acerqué a dos niñas muy decentes, gente mayor, de mi edad, y les pregunté si me podía sentar con ellas... Y después pasó lo que tenía que pasar. Me fui a negro. Y no volví a mi casa".

Ahora solloza en la terraza de su casa en Los Trapenses, donde confiesa a La Tercera que el "colapso mental" que lo llevó a cometer "el cagazo" que puso en alerta a su familia, quienes incluso hicieron una denuncia en Carabineros, comenzó hace al menos tres semanas.

Cuando partió sintiéndose pésimo. Muy solo. Llamaba a sus amigos, aunque no se atrevía a contarles su sufrimiento. Entraba a las iglesias para "pedir perdón". A rezar, "aunque iba a pedirle a Dios, pero no sabía qué".

"Salí del Liguria y me puse a caminar, a buscar dónde refugiarme, pero no una mujer donde engañar", continúa sobre esa madrugada perdido. "Deambulaba. Buscando gente a quien acercarme, alguien a quien poder tocarle el timbre, que fuera mi amigo y poder llorar y decirle ‘compadre, estoy para la corneta, ayúdame’. Llegué a un pub donde había mucha gente, ¿y cómo termina uno? Haciendo puras embarradas".

El comentarista agrega que "estuve en un local donde lloré y reí esa risa más eufórica... Pero luego te viene la tristeza y los sentimientos de culpa, porque hay que enfrentar la vida".

De los cinco cheques que dio durante las 16 horas en que permaneció inubicable afirma que "los di en donde estaba y para pagar lo que consumí". Asegura que "no me metí con ninguna mujer... No hubo peleas ni drogas". Advirtiendo que "no voy a entrar en más detalles de lo que hice esa noche, porque a la única persona que le debo una explicación y a quien le he contado es a mi mujer. A ella la herí. Hay cuestiones que son privadas y no he cometido ningún delito".

Y anoche, en su regreso a pantalla en LIV TV detalló que "me lancé... Andaba en el crepúsculo, me imagino que con una botella de whisky en una mano y una de vodka en la otra. Andaba buscando que me quisieran, como un pobrecito". Bonvallet comenta que ya el martes 28, "no sé si a cinco o seis de la tarde, llegué a la casa de mi mamá, porque la mamá es la que perdona la peor embarrada de tu vida. Y ella me vio súper mal... Llegué con una cefalea grande. De esas cuando se te salen las venas (apunta a sus sienes). Llamaron a un médico, le contaron que tenía arcadas y me internaron, porque podía sufrir una hemorragia".

El ex futbolista estuvo cuatro días internado por depresión en la Clínica Alemana. Con suero. Durmiendo. Sin comer. El sábado pasado le dieron el alta. Y ayer en su casa sus hijos Amelia (de tres años) y Eduardo (de ocho meses) se le acercaban junto al perro Ruperto. Pero él mira al horizonte.

"Me sentía absolutamente frustrado, con una pena muy grande, y me hundí. Y colapsé nomás", explica sobre la angustia y dolor que lo llevaron al impasse del lunes 27.

Relata que "me iba metiendo más en el hoyo. Me metía al auto y escuchaba la canción Me olvidé de vivir, de Julio Iglesias. Porque yo me había olvidado de vivir y necesitaba afecto de la gente". Y la pregunta que gatilló todo fue "¿por qué me pasa todo esto a mí?".

Bonvallet se la hizo sentado solo en su living. Mientras rezaba y hacía un balance. Y la lista de decepciones fue interminable. "¿Por qué a mis hijitos (mayores), siendo tan capaces, se les cierran las puertas en todos lados? ¿Por llevar el apellido? Por eso creo que la gente es mala", concluye sobre sus tormentos.

Via tercera.cl

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