La nueva vida de Millán en la tercera división argentina

martes, 23 de septiembre de 2008 |

Mamá Rosana asistió al odontólogo. Estaba ya en el consultorio, cuando el profesional la interrumpió con una pregunta: "¿Ya sabe señora cuándo llega el transfer de Nico?". Rosana, la mamá de Nicolás Ignacio Millán, no supo qué responder por la sorpresa y porque tampoco contaba con precisiones sobre el tema.

La escena se dibujó la semana pasada en Lincoln, una pequeña ciudad de 40 mil habitantes situada a unos 300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires. Sirve esa postal para comprender la expectativa que genera allí el chileno que en 2006, por entonces con 14 años y 9 meses, se convirtió en el jugador más joven en debutar en Primera División chilena.

Desde marzo, Millán se encuentra en un destino impensado aquel día del récord alcanzado con la camiseta de Colo Colo. Y no se mudó a una plaza futbolera grande. No eligió una camiseta pesada. Aterrizó en Lincoln, junto a su familia liderada por papá Víctor, quien se gana la vida trabajando en un corralón de materiales. Después de casi siete meses de idas y venidas, con interminables negociaciones con Colo Colo, con muchas consultas psicológicas destinadas a encontrar el equilibrio mental del chico, llegó el momento que la ciudad esperaba. A principios de la semana pasada llegó el transfer y el "Chilenito" o el "Messi chileno" (los lugareños todavía no se pusieron de acuerdo en el apodo) al fin se puso la blanca y roja de Rivadavia de Lincoln jugando por los puntos.

A las prácticas iban a verlo un centenar de hinchas, algo inusual. Todas las miradas se posaban en él. Y en el primer partido sucedió lo mismo. Lo de mamá Rosana con el odontólogo no fue casualidad. A ella y a papá Víctor la misma pregunta se la hacían en la verdulería, en la panadería… Mucha gente quería observarlo en vivo y en directo. Todo pasó muy lejos del ruido de La Bombonera o del Monumental, claro. Fue en un partido por el Torneo Argentino

A (tercera división). En un estadio con capacidad para 7 mil hinchas. Un marco de humildad. Pero de calidez total. Con entusiasmo, pero con respeto, sin invadirlo, haciéndolo sentir uno más aunque no lo fuese.

Según calculó Francisco Guerra (vicepresidente de Rivadavia), a Millán lo vieron debutar el sábado unos 2.000 hinchas, aparte del padre, la madre y su hermana Lilian. El resultado, el 1-1 contra Brown de Puerto Madryn, fue lo de menos. Lincoln conoció a "Maravilla" Millán. Con la camiseta 7. Pegado a la raya derecha. Como si parafraseara a Alexis Sánchez. Con amagues, con frenos, con enganches, con desbordes. Con dos asistencias que sus compañeros no supieron convertir en goles. Con un tiro libre que le sacaron de un ángulo. Con un túnel cerca de un banderín del córner que provocó admiración. A los 75 lo sacaron. No podía más. Lógico: tiene 16 años (el 17 de noviembre cumplirá los 17) y además le falta ritmo.

"Estoy muy contento por lo que me está pasando. Soy muy chico todavía y tengo un largo camino por recorrer. De Colo Colo no me olvidé. Algún día me gustaría volver", remarca Millán en su nueva vida.

Via tercera.cl

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